La paradoja de los volcanes es que son símbolos de destrucción, pero también de vida. Cuando la lava se ralentiza y se enfría, termina solidificándose y, con el tiempo, se resquebraja y acaba por convertirse en suelo nutricio y fértil.
Nora llegó a la conclusión de que ella no era un agujero negro, sino un volcán. Y no podía huir de ese volcán; no podía huir de sí misma. Tendría que quedarse ahí y atender aquel nuevo territorio anegado por la lava que ya se enfriaba.
Plantaría, quizá, un bosque dentro de sí.
Nora llegó a la conclusión de que ella no era un agujero negro, sino un volcán. Y no podía huir de ese volcán; no podía huir de sí misma. Tendría que quedarse ahí y atender aquel nuevo territorio anegado por la lava que ya se enfriaba.
Plantaría, quizá, un bosque dentro de sí.
La biblioteca de la medianoche, Matt Haig.